martes, 29 de diciembre de 2009

Agua y Sal

¨Ay Rebeca, tienes que cambiar tu manera de relacionarte con los hombres...¨

La fiesta prometía ser un suceso: la kermese en el Colegio Provincia de Córdoba se había hecho desear hasta aquel jueves por la tarde. Por fin, la Institución que se había dignado a recibir a mi hermano sordo, nos recibiría. Siete años y un tapado de ella de antílope color manteca. Lo que hubiera parecido un disfraz de enana regresaba a mí cual halago en la mirada de los otros. Es una cuestión de actitud. (No veo un carajo, sigo) Les decía que finalmente el reloj había dado las 5 de la tarde cuando arribamos a bordo del 504 los tres, temprano y puntual. Él -como siempre- ocupaba todos los rincones de mi espera. Y es que mi papá es médico portero y yo siempre en el fondo odié a las embarazadas de mi papá. Y hoy -como siempre- no quiero corregirme. A ver si todavía choco y no llego al año que viene. El asunto es que el Colegio estaba todo decorado. perfecto. Recuerdo la alegría de esa gente y mi entusiasmo repentino en acompañarlos desde mi mudez. La kill me quedaba larga. larguísima. -Pero llevar ese alfiler de gancho dorado todo, cruzado entre las piernas, despertaban en mí cierto orgullo de medalla que nunca gané porque yo, yo nosé ganarme nada -salvo un puesto de ayudante de primera ad-honorem y una beca por promedio alto en Selección de Personal IT-. Cuestión que el tipo no llegaba más y ya habiéndome olvidado yo de hacer pis -como siempre hago- me senté apagada, apagadísima, en una grada a la cual, le debo la vida. Minutos después, la Señora Directora Nelly tomó la palabra para invitar a todos los presentes a subir al primer piso donde finalmente, se serviría el chocolate caliente con churros. La cola para subir superaba a la salida de la diagonal norte de un miércoles tipo once y cuarto de la mañana. Un, dos, tres, cinco escalones y ahí vino la premonición: giré mi cabeza y -con esa duda certera que a una le adviene justo antes de un gol de Cambacheres- pude verlo antes de que atravezara las rejas candado del establecimiento. Y digo la verdad si digo que en ese instante, fui yo quien lo trajo a la vida a él porque lo que recuerdo -como si fuera hoy- fue su sonrisa indisimulada al verme. Su rostro radiante y entre sus dientes un: ´Carolita!´ mudo... y la puta madre que me parió que si no fuera por ella, creo que él jamás me habría amado tanto. Carolita me servirías jugo? Resulta que él me dice así, y yo me meo toda. Cuentan que una vez a los 6 meses, me pe(z)qué una gripe fulera. Una de esas gripes que te paralizan la mitad de la cara -incluisive el ojo. El termómetro pasaba los 40 grados y ella había tomado las armas para extirparme cualquier dolencia. Dígame señora...Cómo está la beba? -preguntaba el pediatra y ante cualquier respuesta tentativa de los otros cuentan que él - envolviéndome en una frazadita rosa- contestó entre lágrimas (que hasta aún hoy me riegan) con un: ¨La beba está luchando por vivir¨. Te das cuenta? Te das cuenta lo que hace el tipo? Me regala posibilidades. Me acuna y me regala posibilidades. El asunto es que atravesó a todo el gentío, llegó hasta mí zigzagueando y tomó mi mano. Nunca pudimos hablar nosotros. Y bendita sea su timidez que tanta paz me dá! ¨Ya estamos. Subimos? Y allá fuimos. Resulta que el tipo era tan dulce como patriarcal. Muy prolijo. Al igual que su nieto, duerme con los brazos cruzados cual murciélago, pero de coté. Se caga en sus hombros a diferencia mía que los descuido pero a su vez -aún hoy y como puedo- los protejo. Cuestíon que nos sentamos. Curiosamente nunca pude sentarme frente a él. Recuerdo estar mirando su perfil repingado y recuerdo también el pico extenso plateado de esas cafeteras de hotel barato de la costa. Las mismas cafeteras que el hotel Don Severo -recuerdo haber pensado justo antes de que advenga la catástrofe. Entonces supongo que voy a ser muy obvia al decir que una de mis manos -seguramente la izquierda- intentó hacer un ademan de llamado de emergencia justo cuando toda la cafetera giró un cuarto sobre la bandeja, rebotando en la mesa para terminar vomitando sobre el saco de lino -impecable- de mi padre. Solamente nos miramos. Un instante -porque también claro, enfrente- estaba ella. Ella que cuando quiere deja de ser ola y se vuelve ala para contenerme bajo su rama. Me salió un versito. El asunto es que toda la intención de ella no fue suficiente para acallar el silencio ulcerante de él seguido de su abandono -determinante- del aposento. Silencio. Y el papelón como siempre para mi, fue lo de menos. Acto seguido, arriba del 504 recuerdo las luces verdes de los semáforos y la detención en cada esquina para tomar aire. El viaje de regreso a casa tenía el sabor de esos viajes en colectivo donde uno va sentado al revés, como avanzando pero mirando hacia atrás: espantoso. El magnetismo de la boca del lobo y el 4G del garage avisaban del retorno tan temido. Las tripas revueltas y el zumbido en los oídos a unos tres metros bajo agua, fueron alivianados al subir por la escalera ese primer piso de la calle que me vio nacer. Me fui al sofá y me asusté porque esa vez, hasta la voz de Margarita se había escondido vaya a saber dónde. Cerré las dos puertas del living y respiré al creer que iba a poder ser feliz viviendo el resto de mi vida entre esas cuatro paredes. El televisor sagrado se digno a hacerme compañía y yo -que siempre me sentí más fuerte sola- empezaba a sentirme un cachito mas cómoda cuando una de las dos puertas se abrío y a lo largo, ví su sombra. Ese cachito de felicidad quedó en suspenso dando paso al arqueo de mis pestañas y al cruce de mis piernas. El alfiler de gancho titubeaba pero ahí estaba -mal o bien- resplandeciente en diagonal, al frente y para él, tal cual lo había soñado. Eso es lo bueno de conformarse con poco: que las cosas al final, sencillamente suceden. Y si sucede, conviene. Qué me contás? Atravesó el parquet y se sentó a mi lado. Miró hacia abajo y agarrando su rodilla me pidío perdón, entregándome su nombre.


Fue la primera vez que le acaricié el cachete.


martes, 22 de diciembre de 2009

9

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jueves, 17 de diciembre de 2009

¡Y chau lágrimas!

Deberes.
Intervalo en el acertijo:

Oís?
Superálo.

-y no te asustes que bien sabes que estoy casi menopáusica-

Ahora sí:

A más de un año y a días del día de los inocentes, la pregunta sigue siendo:

¿Lo habrá encontrado?


Si es así, juro que le regalo un 0KM.



De última sabe que, un Okm puede que se venda fácil y entonces con la plata podría....
Arreglar el techo del baño ahora que pienso.






¡Y arriba los rulotones!
:)

viernes, 11 de diciembre de 2009

Milagros, Belén y Yamú

Hoy desperté
y teniéndote a mi lado
te encontré en el abismo
entonces crucé los 19 mares,
haché los morros
y soplé todas y cada una de las hojas

Ayer en tu urgencia,
resolviste contarme que te sangraba el oído
implosiones neurológicas me apresuraron
y entonces decidí cambiarme
-obviando la combinatoria claro-
para ir a buscarte...

Es importante que sepas que cuando sea,
yo puedo llegar
Es importante que sepas que cuando quieras
vos podés esperarme

Y entonces en la guardia
el temor a encontrarte ya no estaba,
y mientras en 36 minutos,
aquél camino amarillo
me ofrendaba el sostén de su ausencia,
volviste a mi para decirme
que ya estabas de regreso...

Te conté de mis penas,
de mis grotescos
y de aquellas pocas alegrías que llevo entre mis lágrimas

Me convenciste
en cada una de tus versiones
-oíme bien-
acerca del miedo absurdo ante lo inesperado...

A cambio te dije
que la melancolía no te habita,
porque de deshechos
no estamos hechas vos y yo.

Juntas pensamos
que el destino de los desperdicios
prevalece en el encuentro de los ahuecados,
y al devolverte una imagen,
desde el destierro advertimos,
que nuestros suburbios
están amalgamados
en todas nuestras -o al menos dos-
posibilidades de ser ....

Todo esto que te digo
me lo dijo ya Belén a su modo,
y no puedo reconocer si es que antes
éstos mismos soplos
salieron de tu boca

Lo que sé ...
es lo que siento.
y a vos te encuentro
-igual que a ella-,
por fuera de todas y cada una
de las palabras,
en los andenes
y en los recuerdos
de lo que está
porvenir

Mi garganta
sobrevive
en tus inscripciones
mientras el resto,
-ése que no ancla-
se vuelve cántaro en vos

y entonces mirás hacia abajo,
volvés simétricas tus cejas
y adviene el máximo tesoro:

Tu eco y sus dones...

Me lo ofrecés sonriendo, te dije?
Y entonces cuando me animo a recibirlo
brotan de él
semillas

Es la parte que soplás muda
mientras tu silencio
(que hace eco)
disfraza libertad...


Por eso sos mi amiga.



Gracias, ché...


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lunes, 7 de diciembre de 2009

Niní

Estoy con la Calcevita a pleno. El Redoxon no para. Siento como si un vampiro del once me hubiese dejado con la piel a pura tela zurcida. A veces creo que el secreto es lograr ser más silenciosa. Como Scarlet o Penélope. pero sería forzado. Además te cuento: cuando era pendeja y mudita me iba peor. Todavía recuerdo la risa al borde de las lágrimas cuando Adelita me decía que ´amar sin ser amado es algo así como limpiarse el culo sin haber cagado´. Acto seguido me sacudía con cinco palabras: ´nena, cuando un tipo está engallolado, espera toda la semana para verte el sábado a la noche. Y te lo hace saber. No te tiene gastando vela. No sufras por un bello brumel, querés?´. Cinco palabras y la idea de un amor simple lograban desanudarme el esófago y no sólo eso: cinco palabras y el enunciado arriba del tapete acerca de lo absurdo de erotizar el dolor me dejaban sin entender, una sonrisa dibujada en el rostro. Y es que cuánta dispersión le debo! ´El problema nena -aún me dice- es que los poetas leyeron mal a Freud´ Otra vuelta en quinto grado resulta que la maestra Lorena -la misma que se había quemado la mano en el experimento con los tubos de ensayo dentro del aula- me retó porque mi cuaderno era un desastre. Me recuerdo aburridísima en el aula de quinto grado C. El asunto era que venía siendo abanderada y ese año colgué los botines porque resulta que yo, tengo un problema con los extremos: fracaso o triunfo pero no a medias tintas, parece. Mis victorias y mis fracasos son brillantes, diría Beto. Y entonces Lorena se dignó a manchar lo que quedaba de mi cuaderno de clases con un escrache del tipo: ´Cuaderno incompleto. No presta atención en clase. Notificado: dos puntos´ La única parte de esas clases que recuerdo, era cuando la maestra esparcía o desenrollaba los mapas por sobre el pizarrón. Jugaba a ver formas. Algo así como el juego de las nubes. El asunto es que esa tarde llegué a casa con el escracho en el cuaderno, cené como pude y hablé todavía menos de lo habitual. Ella lo había notado. Algo me estaba pasando y ¡Qué tranquilidad encuentro aún hoy en toda su resonancia! Muy pero muy mortificada me fui a dormir sin decirle una palabra. Y cuando las luces se apagaron -salvo la del baño- me senté en el piso a releer la nota. Qué angustia! Y es que todavía no me era familiar sentirme un desperdicio. O tal vez caía en la cuenta de lo inevitable. No lo sé. El asunto es que estando con el cuaderno sobre una de mis piernas con la rodilla doblada -mientras que con la otra me envolvía- la puerta se abrió. Momento: Recuerdo que lo que me espantó en realidad fue que no me resulte extraño que la puerta de mi habitación se abriese justo en el momento en que se abrió. Y ahí estaba ella una vez más. Y por detrás de ella, la luz. En un rapto de lucidez creí haber muerto y estar entrando al paraíso aunque, al curtir con mi primo hermano, la madre María Luisa ya me había vaticinado el infierno. Igual ella se encargaba de que no le preste atención a la monja ´y mucho menos a los curas -agregaba- porque -según dice- nada puede entender un tipo que usa polleras´. Cuestión que la tipa se acercó y como pocas veces, recuerdo aún hoy su silencio, su mano en mi mentón y sus dedos absorviendo mis lágrimas cual valerina nueva. Mi héroa. Mi Heroína. Leyó el cuaderno y no me demandó una palabra. Me dijo que al otro día iba a ir a hablar con Lorena, que por lo demás descanse y que afloje los hombros para dormir porque total, ´los vampiros existen pero son todos cagones´. Y entonces así con ella, otra vez la sonrisa. Esa noche soñe que de un árbol caía en una piscina que en lugar de agua y cloro, rebalsaba de jugo Tang de ananá. Qué plácida desperté! Del resto lo que recuerdo, es que eran las once de la mañana del otro día y yo, desde el quinto piso de ese colegio -que según todos parece un castillo pero no- recuerdo decía, la certera sensación de su llegada y con ella, su energía resicitadora cual tempestad rebelde, de esas que dejan a sus amos en suspenso. Podía verla sin mirarla: canchera en su 504 con su chaqueta de cuero marrón, sus botas setentosas y su pollera escoscesa en tonos terracota y verde seco. Podía tardar como mucho, 5 minutos en estacionar su auto en la barranca, cruzar su cartera verde botella y subir las escaleras del recinto sin pestañar. Mucho Rimel, eso sí. Qué amparo! Una vez me dijo que ´madre es quien al amar da vida.´ Y también dijo que ella ´con su dolor podía, pero que el dolor de los que ama le resulta indigerible, ulcerante´. Ahora está acá, al lado mío. Y mientras se calienta con Denzel Washington y dice por enésima vez lo lindo que se viste Tinelli, le pregunto si pensó en volver a enamorarse alguna vez. Ella gira su cabeza -ya no con el repasador al unísono; y es que hace unos días que va de un lado para el otro con el cargador de su teléfono y una birome entre sus manos- se suelta, agarra el control remoto y mirando el más allá cual paraíso, enuncia: ´Que fuerte está Miguel Bosé en Tacones Lejanos. Te fijaste?´ Y agrega: ´No nena, a mi una pija no me agarra nunca más. Te tomaste el Redoxon?´


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lunes, 30 de noviembre de 2009

Truco al Rey

´Hoy pasé por la demolición.
Está casi terminada;
queda sólo el basamento (coronado de chapas protectoras
como espinas) de los cinco pisos
que vieron pasar casi un siglo,
incluídos vos y yo.

Tenías razón: sobre el hombro indiferente
de la mole impersonal que alguien plantó a su lado
(y que parece haber llegado
justo a tiempo de escoltar la muerte)
quedó la huella del color durazno que elegiste
para el corredor de tu casa.

¡Ay, las coordenadas!
¡La geometría que voló a mis ojos
para calcular aquel lugar
que amamos!

Hoy en ese punto hay puro espacio,
cielo virgen, miradas perdidas
esperando el semáforo,
nada.

Y aún estás allí
conmigo, muerta de frío
mirando las estrellas de la alineación
como si de veras fueran a hacerle algo
al mundo.

Aún estoy allí,
en mi arrogancia veinteañera;
la vista clavada sobre el río,
un nudo de silencio en la garganta.

Estás ahí:
corrida por la magia
que tu corazón no se atrevía.

Aún me veo
dejándote una y otra vez,
volviendo siempre.

Fuimos ahí, más que en otras partes,
vos y yo, tanto,
que tal vez no imaginamos
nunca, nosotros en otro
lugar.

Por eso,
ese nuevo punto que ganó el vacío
se nos parece tanto. Está lleno del horror
de no tener olvido´.

Pedro Aznar

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miércoles, 11 de noviembre de 2009

She was

La mujer llega puntual. Un pantalón de trabajar, una camisa a cuadros y un saco color maíz dejan escapar el rastro de una mujer hermosa de unos... 74 años. El cabello recogido y unas canas que, desprejuiciadas, realzan aún más su belleza quitándole peso a cierta dejadez. Elida sonríe lo necesario. Me saluda amable y demuestra que es una alegría conocernos finalmente después de tantos llamados teléfónicos. Estira sus brazos con el fin de colocar los restos de un flequillo crecido tras sus orejas dejandome ver al mismo tiempo -como si quisiera- una especie de muñequera de cuero bordó sangre colocada en su mano derecha. Siguiendo mi vista, cuenta que es un regalo de su madre. Dice que su madre era una especie de una amazona bien condimentada y que de él en cambio, sólo le quedó la ropa. "Y es que tuve que transformarme en él. No me quedó otra viste... Nadie nunca me habló como él. Sabés como me cogía? Tres hijos nena... Sabés lo que son tres hijos?" Cuenta que de él aprendió el oficio que hoy día la trae en su visita. Afirma que los matafuegos serán colocados en quince minutos a una altura máxima de 1 metro setenta del piso. "como lo indican los de la ART -y agrega- los de Consolidar son unos chantas... no los soporto" Al rato vuelve referirse a él y cuenta que lo abandonó por ser adicta al juego. "Tuve que elegir y entonces... -continúa- acá me ves. Llevando su tradición" Jura haber ido a Las Vegas en auto tan sólo a perder todo. "Necesitaba vaciarme. Necesitaba vaciarme de palabras. Era urgente sabés?" Reconoce que ante la urgencia -paradójicamente- su peor enemigo es el pensamiento. "pero a mi el pensamiento no me gana nena" Afirma 'tener la virtud para escapar de las palabras' mientras coloca la mecha en el taladro de un modo cuasi religioso. "Tapate los oídos" Mientras habla, la nitidez de lo que va diciendo ausenta el ruido como si fuesen sus palabras en verdad las que taladrasen la pared. Dice que él sencillamente la esperaba y que cuando él llegaba a su casa, con él llegaba el orden y la contemplación. "El era capaz de ordenar todo. Todo menos a mi por suerte." Cuenta que cuando volvieron a verse, 11 años después, lo encontro abandonado pero intacto. "Sabés acaso cuanto tardé en recordarlo? 5 años. Pasame los tarugos querés?" Comenta que sus hijos ya casi no le hablaban. "Cómo te podés olvidar del tipo que te armaba el escalectric, del que te llelvaba a tomar los helados a Gelatti Milano? Del que sabía de tus gustos! Frutilla al agua y dulce de leche. Yo nosé. Sabés que pasa nena? Escucháme bien: No perdonamos no morir a tiempo" Sanciona que hablar no sirve de nada. que hablar es puro relleno aunque, necesario. 'Listo. Avisame si necesitás un matafuego para el auto y hacemos eso entonces' dice, mientras le respondo que auto no tengo. "Claro. Para qué tener auto si te llevan, no? Gracias por el cambio" Asiento entre risas y pienso en el curso de manejo de la calle Manuela Pedraza. Recomienda que camine porque mientras se camina dice, "uno vé en las palabras lo que va viviendo y entonces.... desespera. De eso se trata estar vivo y sino... te la perdiste" Le propongo acompañarla hasta abajo y le pido que me espere un momento mientras voy al baño a lavarme la cara. El ascensor nos invita a subir para bajar y en la puerta se apresura: 'te dejo. me voy volando. tengo una cita -palpita- El tipo juega al bridge podés creer? Y yo no entiendo nada, pero soy fanática del bridge" Le indico para donde queda la calle Junín y se despide con un adiós. Subo y me encuentro con el caos. Las ventanas abiertas y miles de papeles desordenados bailan arriba del escritorio donde trabajo por las mañanas. Ciertamente, ya no pienso en renunciar. Bajo la velocidad del ventilador de techo, ordeno los papeles y bajo el teclado encuentro la muñequera/pulsera de Élida. La tomo entre mis manos, la observo y sonrío. Abro la puerta del locker, la dejo dentro de la caja de los objetos perdidos y suspendo en la remisería la reverva que tenía para hoy a las tres.

viernes, 30 de octubre de 2009

Guille

- Escucháme. Podés venir para acá un segundo? Quiero hablarte
- ....
- venís?
- decime
- que te escucho decir cosas que no me gustan. 'maté a este, mate a otro. revolié catorce camiones y tiré abajo 5 portones' te la pasas hablando así y a mi me hace mal
- ...
- que la vida no es una playstation. Éso te quería decir
- ....
- oiste?
- sí
- Por éso, cuando veas a alguien que tira, grita, rompe -y de matar no hablemos- vos pensá: este esta loco, pero no lo veas como algo natural. Me oís? Porque no está bien matar. Entendiste?
- ....
- escuchaste?
- Si, loca



Y se fue..............


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miércoles, 21 de octubre de 2009

Guardianes de la Bahía


Personajes:

Matilde, la madre. La reina de las olas
Pedro, el padre. El paciente
Colette, la hija menor. Resignada y mentirosa
Amilkar, el hermano mayor. El Dulce Ogro
Antonio, el ex esposo. No se sabe.
Filipo, el menor de todos. El articulador
La señorita Lopez, mascota del hogar. Adorada
María E, amiga de la casa. Muda
Los abuelos, los muertos que hablan. Inolvidables

Qué le regalo? - duda Colette y adelantándose diez minutos a la hora del té, invade el cerramiento con su presencia. A un costado, Antonio. Colette inicia:

- Tengo que salir en 40
- Llegás? -accede Antonio, cuasi generoso
- Voy en subte. A Bulnes tengo menos de diez
- en el subte todos tienen cara de muertos
- Lo decís porque van bajo tierra?
- no lo había pensado
- y cómo sabes entonces?
- porque no se asfixian, supongo. Te fijaste?
- andate a la reverenda concha de tu madre, forro. moríte - se atormenta Colette y continúa para sí- siete padrenuestros y entonces de postre sí: helado - Me dedico a buscar a los vivos, parece -deja deslizar entre sus dientes.

De fondo, el televisor muestra la ceremonia ritual a modo de velorio público de una de las más grandes, cuando La Superior Matilde, irrumpe cual Tzunami con dos tazas de café entre sus manos, para comenzar:

- yo nosé. qué espanto. a vos te parece? que te velen así: a cajón abierto. A mi... -increpa- ni se les ocurra!

Colette hermana menor, se adelanta entretenida, a modo de seguirle el diálogo:

- Por?
- Porque es un espanto. una barbaridad. una falta de respeto total. Qué me miran! Qué me miran! - se horrroriza Matilde y tiemblan sus pómulos.
- Qué cosa?
- Éso nena! que te velen a cajón abierto. Me oís? -y en éso- Y que te miren! Que te miren! Es mas o menos como que te miren cuando vas al baño.
- no te entiendo, pero contáme
- lo que digo, es que es un acto privado. Yo los mato. Olvídense de mí si hacen eso conmigo!
- porqué?
- por las miradas! qué catzo hago con las miradas eh! Explicáme. Es un aprovecho, pobre mujer! Mirála. Una falta de consideración total -expone con sus ojos fijos en la pantalla.

El padre, invicto de un ACV, parecería haber sobrevivido para interpelarla una y otra vez:

- No le hagan caso. Está delirando.

Mientras en vano los ojos de Pedro dedican a Matilde cierta ingenuidad infantil en una mirada excenta de egoísmos y propia de una vejez digna en verdad, ella a cambio lo ataca:

- calláte vos que siempre me decís lo mismo!

Mientras tanto, María E cuenta las tachas del collar de la Señorita López que muy pachorra, ubica su hocico arriba de sus rodillas. Filipo, el menor de todos, dibuja la escena preso de sus manías en lograr con sus colores el efecto exacto de sus paisajes cuando el padre:

- Ésta taza está rota

María E. levanta su vista enmarcando su mirada tras su ceja izquierda, buscando ecos en los ojos de Colette, cuando la voz de Amilkar se alza tras bambalinas:

- Tiene razón. Esa taza está rota. Porqué no la tirás? -para continuar en un- Perdón pero: Qué hace este sillón acá?

Matilde tomando el repasador cual escudo, hace elevar sus armas al grito de:

- éste sillón está acá porque está acá. Los otros se quedan allá.
- a si? quiero traer uno de los sillones de allá para acá -insiste Amilkar
- No
- Sí
- No. los sillones de mami y papi se quedan en el living. Y punto.
- tiene sentido -brota tímida la voz de Collete, renunciando a los espejos de antemano, resignada ante las miradas absortas del resto.
- Claro que tiene sentido -el revés de Matilde provoca estupor en Colette quien ilusa, alza sus ojos y:
- vos decís?
- si. el sillón de papi y mami tiene que estar en el living.
- son dos
- si. tiene que estar en el living
- Por? -ruega collete
- porque es el único lugar de la casa donde vacié todo -pronuncia matilde para incorporarse tras el banco, juntar las tazas y continuar con un:
- me falta una cucharita de mami otra vez... será posible, mierda! -y prosigue- Son ocho. y tengo siete. yo nosé. Alguien la vió? -agregando- Éstos cayos me van a matar.

Haciendo flamear su repasador, Matilde abandona la escena. María E. recoge su celular y Amilkar se torna invisible antes de ser advertido en su ausencia. Frente al televisor, Colette se abriga -esta vez lo justo- agarra su pequeña cartera, saluda al resto y se despide de aquel hogar al cual siempre -y con razón, sabía- querría regresar.

El subte está vacío. En diagonal frente a Colette, una pareja: mientras la mujer pálida lucha por un soplo de aire a ventanilla semiabierta, el hombre duerme, descansando confortablemente en su regazo. Por su parte, algo insta a Colette a quitar la vista y antes de que los diez minutos se cumplan en el reloj de su celular, saca una menthoplus de su bolsillo y se pregunta: -Qué quiere un hombre?

Había decidido comprarle aquel perfume. Era lejos su preferido. Y algo más? Sí. Veinticinco de los treinta pesos que a ella le faltan para pagar la segunda cuota de sus zapatos de cabritilla. En éso las puertas del subte se abren y apoyándo un pie tras la puerta, Colette saca un cigarrillo roto de su bolso, se deshace de él y respira.

El regalo del día de la madre - sin ser un problema- estaba resuelto.


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jueves, 15 de octubre de 2009

Soda Stereo

Te dije que me llamó, no? - Si, ayer - respondiste y te supuse ladera. sí. ya sé que espanto. lo sabés. lo sabemos. desvarío y te reís. lo hago por vos. que te miento decís? y vos cómo sabés? amargo. y si querés también agridulce. como supiste todo eso de mi, vos? contáme. dale. cosa entrometida vos, habráse visto. no me expliques, por favor. entonces siempre estoy muy arriba o muy abajo. la media no me retiene, parece. y me tolerás. aún así. me lo hacés saber. y yo pruebo. tiene gusto. me enseñaste a expulsar. a animarme. me dijiste un día que las palabras tienen alas. 'probá dale'. y ahí fui. las palabras salen de mi boca y son eyectadas. no del todo. dejan rastros. giran. dan la vuelta y se inmolan tras mi espalda para estallar en ramificaciones infinitas de sentido. entonces resulta que recién ahí al pronunciarlas, las digo. 'Sentilo'- me dijiste - 'Curtite, piba. animate' y te dejé ser. te escucho, sabés a interrogante. y cada vez que rezo y me detengo ahí te encuentro: 'y dale que vá, piba. tirátelo de una vez'. borrás las culpas y yo qué carajo hago entonces sin mis penitencias? explicáme. creo que si supieras las veces que me acompañas me odiarías más aún, todavía. pero vos sabés bancarme. porque te sabés causa en mi. entonces descanso y venis por detrás a empujarme. doy la vuelta y frente a frente somos capaces. y somos capaces de sonreir. y de volver. hace dos días te encontré. resulta que ibas con tus gafas de calamaro. te burlaste una vez más de todo mi desorden, sabiendo de antemano lo mucho que me halaga tu soberbia. y es que te debo ramilletes de aceitunas porque sabés -te consta- que cuando el sentido muta en mi, el mundo se me acota y en un instante -que dura lo que un estornudo vaginal- resurjo de la vereda de enfrente tan solo para volver a cruzarte. vos lo procurás. y yo. y nos la aguantamos. te prestás conmigo al juego bailando en el vacío y enmarcando escenarios -que sabemos- relativos. variados, sólo hasta que arrojás el naipe tras tu manga y entonces plaf! ahí venís y con vos todo regresa, crecido. te creo capaz de conquistar américa. capaz de volver cuadrada a la tierra. te dije? y capaz de convencer a la humanidad entera con cinco de tus renglones, para que se sepa de una buena vez que sí, que es cierto: que los incas son extraterrestres y que vos -oíme un cacho- vos conducís sus naves. Y es que me inventaste un cuaderno que me queda cómodo y sin vos -subrayáme bien- no habría jamás un nuevo amanecer justo ahí, al costado, donde duele. donde punza lo que no marchita ni renace, porque no congela. y hace lava. se esparce, brota, patina y es por vos - miráte- que este dolor no hace de mi toda cenizas -sino más bien- sílabas rotas. escupidas. Tendrás acaso dimensión de lo que te debo?

Entonces tomá mis gracias. llevalas lejos. vos sabés... limalas bien. que entre tu erosión y mis vuelcos seremos -porque somos- nido y rama, pez y río y un andén solitario y por éso, por eso compartido.


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miércoles, 7 de octubre de 2009

Alahuákbar

Una vez curado el empacho, la cosigna prometía. "Ir a cenar a un lindo restaurante una vez por semana, a fin de poder pasar un rato los tres juntos y a solas" .

Las cholas estaba repleta por lo que El Primo fue la opción o al menos, la primer opción disponible. Contaban con buenas referencias de un menú sencillo y una serie de mozos discretos, de ésos indispensables, atentos. silenciosos. de ésos mozos que no suelen abundar; de ésos que permanecen permeables, sin bufar. ciertamente tolerantes.

"Syriani 3" -amenazó la voz, cuando la familia se dispuso a atravezar la puerta, entrando en un pasado ubicado al fondo a la derecha.

Y así fue que en el fondo decía, cerca de la entrada, casi instantáneamente una mesa libre para cuatro los esperaba con apenas una panera modesta, ubicada en el centro de las miradas.

Ellos dos eligieron sentarse en diagonal mientras que el tercero frente a ella, prefirió permanecer en suspenso.

Imprevistamente el celular de él interrumpiría la no charla iniciando aquello que ahí, entre copas y murmullos, sucedería después...

- tenés teléfono
- no es el tuyo?
- no. atendé tranquilo. todo bien...

Sus aires de superioridad volvieron ínfima cierta incomodidad que rara vez decidía regalar. Atendiendo su celular largo y angosto por cierto, prosiguió:

- ah como andás Charly... dale. bueno bueno. después paso entonces. Acá. Almorzando con mi ex mujer. dale listo. quedamos así...

Ella, procurando atajarse ante una posible lipotimia, negando lo obvio arremetió con sentido:

- vos cómo hablás de mi?
- ....
- que cómo te referís a mi, quiero decir...
- no entiendo
- ...
- ...
- éso. claro. si decís 'mi ex mujer o mi ex esposa' por ejemplo...
- ...
- ...
- Digo tu nombre, Carola

Durante el instante que duró esa coma, imaginarán que ella creyó morir. Aún así, prosiguió la charla ofertando uno de sus caros silencios mientras sus ojos parecían caer buscando traspasar el mantel. Las paralelas parecían eternas entre dos cantos inconclusos justo ahí cuando creyó escuchar:

- Voy a estudiar derecho. Qué vas a comer?
- Abogacía? - respondió agarrando firmes sus rodillas por debajo del bolso que llevaba sobre su falda.
- Si... derecho.
- ah... y para qué?
- es una herramienta útil
- ... te tendrás que defender de algo, acaso?

El mozo interrumpió el titubeo y aún así, él esta vez decidió no regalar ni un centavo de su turbulencia perfectamente solapada diez metros tras su espalda... cuando disparó:

- te pedimos: para mí un asado completo y ensalada, vos?
- es muy abundante la porción de asado -interfirió el mozo salvando cual héroe a la mujer de sus ocurencias.
- lo prefiero completo -insistió
- ...
- Te comés una tirita? dale... si. Vos?
- Revuelto Gramajo
- ....

Una vez retirados los menúes:

- decías?
- si, decía que en cuatro años me recibo y le doy con todo
- a quién?
- eh?
- nada. lo importante de creer en uno, no? Creer en uno... quién podría? -suspiró
- y sí, sino estás frito
- una duda. pensaba... en el ajedrez el peón como se mueve?
- eh?
- éso...
- avanza para adelante y come para el costado. Ahí viene el mozo...
- ...
- te agrego unas papas fritas?
- paso
- te gusta?
- qué cosa?
- el revuelto gramajo ése
- ah... si. por?
- Digo, porque lo mirás pero no comiste nada
- ...
- viste el tipo que está atrás tuyo?
- eh? atrás mío?
- sí. disimuladamente fijáte. se parece a...
- al periodista deportivo que era pelado. cómo se llama....ba?
- qué?
- ése que toma anabólicos y ahora tiene pelo. que se parece a Hulk
- pero dónde estás mirando?
- nose...
- estás mirando atrás mío boluda
- ya me parecía...
- atrás tuyo te dije!

La charla iba tomando cierta velocidad, destilabando gotas de esperanza entre sílabas comas y palabras que de a momentos le resultaban terroríficas cuando...

- Fijáte nena. Atrás tuyo está éste tipo que a la noche lo veíamos en la cama, cuando dormíamos juntos, te acordás? Se peleaba con Petinatto. Tenía un programa en el 9... Cómo carajo se llama?
- no me acuerdo. no me acuerdo!
- Cómo que no te acordás? Éste tipo...

La violencia de una palabra atrapada en su preconciente comenzaba a excitarla cuando giró su cabeza cual vampira de outlet y aún sin entender, dichosa pudo pronunciar...

- Beto Casella
- Beto Casella!
- !@#$^%*&
- Claro... Exactamente. Beto Casella

Y fue un instante en que sus ojos verdes la reflejaron cuando tímida arriesgó:

- tendrás diez pesos en monedas para cambiar...me? -Alcanzó a decir rebajando la velocidad del tono de su voz ante el semáforo en rojo de un sentido prematuro, apenas advertido. semáforo en rojo que jamás respetaría tras la apuesta de palabras de un sentido a diversificar...
- No.
- ... - se alivió.
- pero mañana...
- qué?
- ... que mañana voy al banco y te consigo
- ...
- mañana voy al Paribas y te consigo. Pedimos la cuenta?
- si.

Una vez más, el exceso de metáfora la dejaba capturada en un dulce rincón mientras feliz creía advertir que todo, pero todo a su alrededor, comenzaba a poblarse de alfiles...

- Y ahora que hacemos? -propuso él
- no tengo la menor idea -ella sugirió
- vamos a Jumbo, querés?
- dale, vamos. Pagá vos.

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jueves, 1 de octubre de 2009

Mañana azúl

'Tal vez sea tiempo'- alcanzó a susurrarse y con el resto que le quedaba cayó sobre la pluma esperanzada en poder volar. Lo cierto es que fueron sus palabras las que suscitaron aquello que quedará -o no- de éste, su relato.

Todas las mañanas ella abría el negocio, acomodaba sus aros y se ubicaba tras el mostrador bien dispuesta a atender. Le hubiera parecido un pecado llevar dos días seguidos puesta la misma ropa. Y es que ella cambiaba sus mudas diariamente asi como rogándole al tiempo la caricia de un pasado. Lo cierto es que todos los días 9:40 de la mañana, él hacía su aparición tras la ventanilla del kiosco. Camisa a cuadros, sweater burma gris escote en V, campera aviar azúl marina, pantalones jaspeados y náuticos negros acordonados al tono a modo de zapatillas. Impecable. Exacto. Salvo claro, por su andar similar al de un camello. Con la billetera marrón en la mano derecha y un peso 25 separado, tomaba mecánicamente un alfajor Ser y pronunciaba: -"llevo ésto". Pagaba justo. El tipo parecía funcionar a la perfección rescatado en sus rutinas. Acto seguido apoyaba sus monedas sobre los Beldent con gusto a Raid de la caramelera y, destilando cierto alivio en sus pómulos fugazmente relajados, emprendía la retirada. De todos los clientes, se podía decir que el era el único en no quedar cristalizado en un: "tenés? me das?". Ella sabía sin saber cómo, que el próximo destino de aquél hombre verde era la parada del 64 sobre la calle Migueletes. Lo cierto es que bastaba con que el hombre verde se retirase del negocio tipo drugstore para que ella, movida por un impulso cuasi familiar, buscase desesperada las agujas del reloj en su muñeca. Era como si en tal tic ella le implorase al tiempo la confirmación de la hora requerida: diez y diez de la mañana. A esa hora algo sembraba en ella la sensación de haber perdido un peso en el camino. Entonces ilusa, estiraba sus hombros hacia atrás. Apoyando las manos tras sus caderas cansadas y así como empujando hacia adelante, retrocedía y permanecía otro rato parada esta vez, en la puerta del local. Diez, quince minutos. Una bocanada de aire y adentro otra vez.

Los años del almanaque mutaban rebelándose ante aquello imposible, detenido y cifrado en números enquistados. La promesa de un tiempo que no fue y la renuncia ante la estafa a su propio ser, matizaban sus días rematando en su existencia. El anhelo cobarde de un calendario frustrado que no cesaba en no dar vuelta atrás sus propias hojas. Los siglos para ella habían quedado detenidos y en la farsa de ocupar nuevos escenarios, no fueron pocas las veces en que éste hombre verde se volvería a cruzar en su camino. Doblando la esquina al salir de la farmacia, al costado de las góndolas de los chinos de Matienzo, en la cola del pago fácil de la calle Arce o simplemente tras un árbol, así como si este hombre viviese en un cantero.

Resulta que el tipo aparecía anticipándose en ella cual viento detenido, con el temblor sordo del presentimiento intruso, voraz. El hombre verde aparecía y con él la campera, la camisa a cuadros, el burma escote en V, el jaspeado, los náuticos y el gris. Intacto. Aparecía exacto, indiscreto, repelente. Ordenando cierta detención y borrando en ella todo recorrido en su demanda paranoica. Su vestimenta, las monedas y un pasado en deuda. Éso instauraba: un pasado en deuda. El tipo era pelado. O calvo. Pero no era cualquier pelado. El hombre verde era un pelado digno. Era de esos que la pelada le calza justa: de esos pelados que parecen no necesitar defensas ante las palabras. Con apenas unos pelos alrededor de sus oídos a él parecía bastarle para que nada le afectase.

Los siglos capturados en días apenas transcurrían hasta que una mañana ella desperto súbitamente decidida en cambiar de cartera. Estaba -según dicen- harta de llevarla cruzada. Venía llegando tarde al trabajo y había resuelto el enigma adelantando el reloj -ésta vez- despertador. Y así, burlándose del tiempo lograba levantarse tranquila, o feliz. Esa mañana abrió el placard y de la tercer percha descolgó su cartera color caramelo. Hacía siete años que no la usaba. Como pudo y sin enredarse demasiado, solucionó el dilema de la combinación, separó sus monedas y tomó la radio portátil que dormía en el primer estante de su biblioteca de algarrobo. Cerró la puerta, cruzó la avenida y sonrió al ver venir el colectivo a tiempo. 'Además me queda resto' -alcanzó a soplar para sí- mientras se disponía a tomar asiento, boleto en mano, en la última butaca libre ubicada al fondo a modo de pieza o de peón de ajedrez.

El 64 venía justo en gente y el calor del motor retumbaba en su trasero. Fue entonces cuando aprovechó para calzarse los auriculares y sacar de su bolsillo izquierdo descocido, un alfajor rogel que intercambió por el boleto -ahora protegido falazmente. Tomó una bocanada de aire y abriendo su boca no fue obvia al morder el alfajor acariciando entre su lengua y sus dientes cada miga. Podía sentir como el pavimento se movía a sus pies mientras besaba sus propios labios detenida, regosijándose en cada pozo que la obligaba a masticar vivazmente.

Lo tenía decidido: al llegar del trabajo donaría toda la ropa de su difunto marido a la Iglesia más cercana. Juntaría toda su ropa. Juntaría toda su ropa menos el sweater burma gris escote en V.'Tal vez podría llevarlo a la tintorería de acá la vuelta'-supuso.'Y es que podría llegar a ser un lindo presente para Pepe'-agregó. Y lo más importante: su amiga Roberta estaría feliz con el gesto para con su esposo. Ella sabía que ella sabía y ella también. Así: sin entenderse. Haciendo historia. Haciendo letra: con su cartera al hombro, las manitos entrelazadas en la radio portátil y el resto de un papel abollado que habría hecho las veces de envoltorio verde de un alfajor, próximo a digerir.

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viernes, 25 de septiembre de 2009

Picos Gemelos

Los comentarios anunciaban algo asi como la llegada de la mismísima piel de Judas encarnada en una nenita de apenas 6 años. De las gemelas Scally, la menor simulaba lo ingobernable encarnado. "Viene del Washington School con severos problemas de conducta, tendencia a la agresión físisca y, (por supuesto) un umbral muy bajo de tolerancia a la frustración" Recuerdo como si fuera hoy el día en que se abrieron las puertas del aula para verlas llegar. Me encontraba ubicada en el último banco, feliz. Hacía una semana que Mercedes venía faltando. Mercedes era casi un año menor que el resto. Se la pasaba envuelta en su bufanda llorando y sus lágrimas manchaban las hojas de mis cuadernos nuevos. Entre los esmeros y piruetas que por mi parte hacía para poder consolarla, siempre sus mocos quedaban en las mangas de mi guardapolvo. Por tal motivo su ausencia, despertaba en mi cierta tranquilidad que, sumada a mi fascinación por observar, volvían al aula de primer grado C un escenario colorido (en exceso decorado) y novedoso. Podría decirse que el aula de primero C estaba por demás, colmada de incertidumbre a mi entender.

Luego de una espera de quince días, la señorita Beba abrió las puertas y alli estaban ellas. Dos gotas de agua -Me dijeron que la menor aparte de las pecas, lleva dos lunares en el cachete izquierdo - esbozó temerosa la maestra. Ambas rubias, con el delantal exactamente almidonado y sujetado de la misma forma. De esos que se atan por detrás. Dos trenzas y los útiles en la mano derecha. - La de los lunares soy yo, respondió la menor de las Scally sonriendo. Fue lo primero que le escuché decir. Acto seguido, el banco de mi lado estaba y estaría ocupado hasta el día de hoy inclusive, por sus palabras.

- Me llamo Carola y vos?
- También.
- Carola o Carolina?
- Carola - en ésta parte ambas sonreímos.
- Toda la gente me pregunta si me llamo Carola o Carolina. desde que nací. No entienden que es un nombre más. Vos te llamás Carola sola? Inquirió patoteándome.
- Si. Y vos?
- Yo soy Carola Inés.

Al principio ella era Carola Inés y yo Carola. Los demás nos llamaban así para poder, en sus creencias, diferenciarnos. Lo cierto es que a nosotras nos bastaba el sonido de la voz de quien pronunciase nuestro nombre, para saber cual de las dos debía acudir al llamado.

Carola era alta, esbelta. Dotada de un pelo inigualable. Rubio y sedoso. Tenía ojos verdes amarillos. Su cara llena de pecas y una nariz repingada la volvían una exponenete irlandesa capaz de enamorar al mismísimo San Patrick. La inteligencia extrema y su capacidad de síntesis hacían de su soberbia y pedantería sus mejores atributos. Era canchera y le quedaba muy bien serlo. Parecía disfrutar de ser odiada popularmente y era llamativo porque nunca conocí a nadie de tan buen corazón. Adoraba los deportes. Brillaba en todas las materias. Tenía un impulso hacia el deber digno de aquellos exitosos. Dueña de una inercia imbatible y de un humor curiosamente infantil. Ella era algo así como El Zorro. Justiciera y mafiosa. Algo en ella despierta el recuerdo de mi ex marido. Cero obsecuente. Su color preferido era el rojo; color empalagoso, excesivo para mi gusto. Aunque a lo lejos admito que es por ella (y por los que vinieron después) que a ese color le guardo cierta simpatía entrañable (Recién ahora noto el color de mis letras sobre un fondo claro, amarillo) -En qué pensás autista?- me decía y tenía el don volver comedias mis dramas -La verdad que nunca pero nunca conocí a un ser tan pero tan vago como vos, calabaza -me burlaba con su cosa tierna light.

Aún recuerdo la primera vez que nos metimos al mar juntas -Agarrá la ola de abajo K! Así no vas a llegar nunca a la orilla! Repetía una y otra vez entre carcajadas y sal en la garganta.

Un mediodía estando en el boufet del Colegio, Carola no llegaba. En el mismo momento que empecé a preocuparme la vi aparecer con su campera azul inflable no reglamentaria y su pañuelo floreado en la mano derecha. Su nariz estaba roja mora. Había llorado y cuando Carola lloraba lo hacía en soledad. Por éso era mi amiga.

- qué pasó K?
- me hecharon del equipo de softball. Estoy afuera de los intercolegiales.
- ...
- todo por Florencia, la de quinto ésa.
- ...
- Ahora va a ver.

En ese instante abrió con sus dientes tres sobres de mayonesa (ella odiaba la mayonesa) e hizo que su porción de pizza rebalsase de salsa. Le agregó sal. Una montaña de sal y sin dudarlo se levanto y fue derechito a la mesa de las chicas de quinto grado. Apenas pude ver lo que siguió.

Cuenta la leyenda que Carola detuvo su marcha justo en el centro de la mesa y puso ese tonito inconfundible de voz: -Florencia? alcanzó a pronunciar y al instante la porción de pizza caía justo sobre la cara de la chica de quinto grado B, cual bofetada, dejando esparcidos los restos de mayonesa cual catarata desde sus pestañas, pasando por su nariz y pera para desembocar en el jumper azúl y terminar el recorrido en la punta de su canadiense derecho. Parece que la chica de quinto grado se enfureció un tanto más que el grito que pegó. Cuentan los testigos que levanto su puño izquierdo en forma refleja en dirección al rostro de Carola quien por su parte, experta en los artes marciales del Kung Fú desde pequeña, atajó el puñetazo en el aire con su propia mano y, sin dudarlo, mordió su muñeca -segun dicen- hasta hacerla sangrar. Recuerdo a las celadoras Mirta y Lili levantándo a Carola por debajo de sus hombros. Recuerdo su campera azul subida, sus trenzas deshechas y sus patitas revoleándose en el aire. El edificio del colegio quedó poblado de un silencio espeso, oscuro -la van a echar- murmuraban -siempre tuvo problemas- repetían una y otra vez los ecos en los pasillos. En los días siguientes, se convirtó en la Juana de Arco de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Tuvo que firmar seis veces según me dijo y soportar que el acto del día de San Martin, la Directora haga alusión al hecho, para explicarle en público que "no somos perros; que los seres humanos no mordemos". Carola por su parte, mantenía la mirada endeble mientras su acto silencioso al acatar, volvía absurda cualquier plegaria. Ella continuaba. Siempre. No solía volver atrás. Creo que sólo una vez la vi retroceder al cometer la infidencia de contarme uno de sus sueños.

Cuentan que cuando falleció su abuelo estando de veraneo, imploró para venir a visitarme. La ví bajar del auto y me entregue a la escena angustiada, sin saber cómo ayudarla pero apoyada firmemente en la certeza de poder. La puerta del auto se cerró y ahi vi de nuevo su nariz roja y su jardinero de blue jean. Levanto la vista y vi sus dientes junto con una sonrisa que me invitaba a proseguir y así fue: minutos después estábamos en el fondo de casa jugando con las bombitas de agua para luego dedicarnos a hacer sombras.

Es curioso, no recuerdo diálogos con ella. Si recuerdo que era vernos, encontrarnos y que todo quedease apartado. Era ella, yo, lo que iba sucediendo y esa sensación de que éramos invencibles.

Ayer quedamos en almorzar juntas. Ella se dedica a los Seguros de Retiro. Tuve que pasar por dos recepcionistas hasta encontrar la oficina 22. Pude escuchar su voz por detrás de la puerta que alternaba entre una charla con uno de sus hijos y su jefe a la vez. Permanecí del lado de afuera cuando la tercer recepcionista apareció en escena para invitarme a esperarla y a leer unas revistas inentendibles acerca de pólizas y ARTs.

- Venis a buscar a Carola, no?
- Si
- Me aviso que la iban a venir a buscar para salir almorzar
- ...
- Ya le aviso que estás. Tomá asiento
- ...
- Carolina es tu nombre, verdad?




Y sonreí.


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viernes, 11 de septiembre de 2009

Adelita

Desde chica el animismo colmaba gran parte de su tiempo. Qué sentirán las rocas al ser golpeadas por el mar? ¿Cómo harán para tolerar el frío? Y las hamacas? qué mareo. El tobogán no la debe pasar mucho mejor. Y así iba. Un futuro imposible la dejaba arrinconada en un presente absurdo. Solía decir que si alguien quería hacerle un buen regalo, con un par de guantes le era más que suficiente. Nada la alegraba más que la música de los picapiedras, y si por algún motivo absurdo él no venía los jueves a jugar a la pelota, ella era capaz de perder todos los gestos de su cara. La timidez la consumía hasta que poco a poco ambas pactaron una tregua. Durante un tiempo la verborrágia y el consumismo social la dejaron sin un afuera, aturdida, algo así como esos cuadros neo yuppies donde todo se sabe, donde todo se ve. Había perdido las dimensiones y claro, era feliz. Dicen por ahí que compartir un taxi con ella es algo así como viajar a una aldea de enanos. Comentan los que saben -y aseveran- que al bajar del taxi, despedirte de ella y dar una vuelta manzana, tras la vuelta de sus palabras los enanos caen del cielo, asoman sus narices por detrás los árboles y espían curiosos, con las orejas anudadas desde los lugares más inusitados.

Y es que resulta que sus palabras, sus gestos son -cómodecirlo- atemporales. éso. digeribles, diría.Tienen vida propia. Supongo que es bruja. o hechicera. algo así. Lo bueno es que no da miedo. Coinciden -los que la conocieron- que cuenta con una dulzura opaca. Pareciera que a ella hay que revolverla hasta que endulce y hasta ahí. lo justo. sino la tipa se anula y zácate! otra vez sin el afuera, se mete adentro y hasta la próxima vez... porque ella va y viene notaste? Resulta que jura vivir con una perra capaz de apagar la llave de gas si la estufa le da calor en demasía. No a ella -aclaro- a la perra. por éso. Jura además que la misma perra alucina: ¨vé fantasmas¨ dice, con total desparpajo. Aún asi - insiste- supera el ahogo y claro, ladra. Ayer hozó decir que Policastro era un borracho y mientras te habla grita: ¨¡no escucho!¨


A veces, cuando repito para mis adentros que todo pasa, cuando araño algo de optimismo light y confundo a la esperanza con la resignación más patética, a veces decía, cuando veo una hoja en blanco, sin esperar nada, su nombre se dibuja y justo ahí, tras sus letras, recuerdo que lo inolvidable existe, sin dudas. Recuerdo que lo inolvidable existe y que lleva todos y cada uno de sus gestos.

Ahora dice que va a hacer retapizar los sillones. Cada uno a doscientos pesos porque claro, según ella ¨está harta de vivir así¨. Después le pregunta a su perra acerca de lo que vé y sin saber porqué jura que su perra es paraguaya porque -explica- mea arriba de la cama. Se queja de sus pies y cuando los ve sobreirritados, le dispara la culpa a sus zapatos. Estas botas son lo único que tengo -rezonga religiosa- mientras su caderas parecen exigirle deudas que paga una y otra vez con sus pasos de tortuga.

Por mi parte, la contemplo feliz. Sospecho que cuando se gane el loto, va a hacer que su guitarra cante otra vez al ritmo de... al ritmo de su voz.

Feliz día, maestra
Atentamente

Lulú

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jueves, 3 de septiembre de 2009

Manitos entrelazadas

Levanto un pie, lo estiro. lo bajo. el empeine, pienso. qué músculo tan... interesante. abductores y cuellos rígidos. últimamente no me molesta para nada no ir saltando baldosas. el tema es el colectivo, nena. en realidad hasta que lo veo venir para ser mas exacta. va lleno sabés? va lleno. Y resulta que camino tres cuadras y voy para adelante como mirando hacia atrás. subo al bondi y esas sensaciones se agotan en su intento fallido de mutar en palabras. palabras. imágenes. imágenes deshilvanadas. el problema es que son imágenes pasadas, sabés? Qué decís? que no se nota? nosé. sigo. te decía... y el mentón se vuelve rígido y la mandíbula no suelta compresión. las encías tensas, parecen pavimentar un sin fin de dientes blandos. el ceño se frunce y los ojos... los ojos cada vez más rasgados. esta crema está buenísima, pienso. vale la pena. la cara se ablanda. por éso. Y entonces cómo fue que... y ahí dale. plaf. no me excita ni un poco gastar en cremas. y ahí empiezo. mirá sino, ahí están: palabras. miles. palabras que caen. abortos espontáneos de palabras sin sentido. jazz. el sin sentido despedaza. se vuelve adictivo el sinsentido. aturde sabés? adormece sueños de noctámbulos. sin embargo aquel día él se rió viste? si. ya sé. lo notaste. resulta que dijo que yo era su lucerito sin vela. yo lo oí. o lo escuche. qué mal le quedaban esos pantalones azules con esas zapatillas neo cumbia pop. new balance. sabés que? si pudiese elegir de nuevo, esta vez le pediría unos rocklets. otra vez? y a que vas con ésto vos, nena? eh? no te oigo. Te das cuenta? oiga! las palabras son idiotas. éso resulta. son macabras. enamoran, las palabras. lo que hay detrás de ellas no puede ser peor. intuyo la posibilidad del error. si, lo que hay detrás de estas letras que empalagan, que pavimentan, no puede ser peor. definitivamente. un error. sí. un error. y cómo alivia, el error. Te das cuenta? es el momento de tocar el timbre. ese timbre de ese bondi diario. ese timbre que no suena ¡y qué nervios dá que no deje de no sonar! Enfurezco. por el timbre, claro. por el timbre del bondi que aprieto y que no suena. y aturde. mucho. el timbre. ¡y yo nosé si el señor que maneja... habráescuchado?! seguro que sí. Y todos los días a la misma hora la misma pregunta. Decí que de aturdida nomás claro, despierto. Y entonces resulta que por ese timbre y ese señor que maneja, amanezco justo ahí mirá: en el umbral de las puertas del bondi que amenazan. amenazan con libertad. con bienestar. con alegría, arcoiris y pompas de jabón. con todo eso amenazan. pero qué religiosa. si. y sabés que pienso? pienso que justo ahí, antes de bajar, tal vez sea la culpa ante el paraíso que se impone tras las puertas lo que hace que gire la cabeza y le dirija unas miradas al infierno que estoy a un paso de dejar atrás (porque ojo eh! no vaya a ser cosa que dejemos algo por delante) Y entonces ahí sucede. ahí aparecen: los ceños fruncidos, las madíbulas rígidas, los dientes blandos. paquetes hechos cuerpo detenidos. detenidos en un pasado. pasado de manitos entrelazadas. pasado que tiñe de cera el rostro de todos los personajes del 29. entonces bajo. prendo un cigarrillo y siento que respiro al pitar. sonó raro. justo ahí a mitad de cuadra el perfume que usaba papá en el cuarto estante. ya lo conté. y resulta que otra vez a ver... esa pulsera de plata a mamá le encantaría. por éso, tal vez para algún cumpleaños o navidad... pero nosé. qué te decía? cierto, éso. éso de las palabras. las palabras que no delimitan. que no respiran. lo notaste alguna vez? si. seguro. seguro varias. las palabras que inhalan y exhalan sensaciones. las convierten en humo y ya los ojos... ya los ojos queman, a veces. y lo que no entiendo es cómo hacía para que esos pantalones azules le queden tan... tan bien, sabés?

Sabés que?
La próxima vez le voy a pedir un bagley blanco.

Y un llavero.
Cualquiera.

Cualquiera menos de pelush.


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jueves, 27 de agosto de 2009

Cirio Pascual

El se enervaba, cerraba sus puños y decia tajante: La concha de Dios. Luego, su rostro cedía ante sus arrugas valientes. Pocas lo conocieron. Yo por mi parte, permanecía muda, tratándo de unificar sus palabras en mi interior. Así podían pasar una hora o media en silencio que hubiesen sido en lo concreto quince segundos. Es que con él los silencios eran eternos. Que mirás Caro? Acaso no sabés que Dios es, en realidad, una mujer? Después se iba. Asicomosinada. Por éso. Colorado el 18. la fecha del aniversario del fallecimiento de la muerte de su padre. Y es que su padre estaba vivo en todos sus rincones. Su adicción al juego y la falacia de creer haber perdido tomaban su tiempo. Sólo se percibía en él un atisbo de muro ahuecado cuando se tomaba un taxi para ir al casino. Pero "todo es mentira" decía. Olvidáte. Y se jactaba una vez más él con su soledad en ese acto de entenderse solo. Vos me tenés que prohibir que vaya. No, respondía sin saber bien pero decidida. Yo tan solo puedo acariciar la esperanza de generarte ganas de otra cosa, esbozaba interrumpida, tímidamente. Y ahi permanecía yo, mirando de perfil su mesita de luz con la cabeza inclinada en su almohada. En esa parte recordaba Corazón Valiente o algo así, una de sus películas preferidas.

A lo lejos, si es que él era mi dios, supongo que mi esperanza tuvo algún sentido.

Ayer me contaba que a su intimo amigo le remataron la casa. Hernán. Nunca me cayo bien, Hernán. Era uno de esos amigos como adhesivos viste? Lo vivenciaba en cierto modo como una amenaza si se quiere y porqué no, femenina. Le remataron la casa a Hernán, parece.

El por su parte, está a poco de comprarse un departamento. Va al gimnasio todos los días y usa ropa marca Adidas. la de las tres tiras viste? Dice que lo que le dí lo salvo de su adicción y para mi... para mi colorado el 18.

No va más.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Una de ovejas.

¨Una oveja descubrió un agujero en la cerca y se escabulló a través de él. Estaba feliz de haber escapado. Anduvo errando mucho tiempo y acabó desorientándose. Entonces se dió cuenta de que estaba siendo seguida por un lobo. Echó a correr y a correr..., pero el lobo seguía persiguiéndola. Hasta que llegó el pastor, la salvó y la condujo de nuevo, con todo cariño al redil.

Y a pesar de que todo el mundo le instaba a lo contrario, el pastor se negó a reparar el agujero de la cerca¨.




Por Juan Soba. En Facebook (Hacéte amigo! Copate)

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jueves, 13 de agosto de 2009

114

- Hola. Todo bien?
- cansada
- no van a venir hoy?
- no, mañana vamos. Te escucho muy bajo.
- es éste teléfono de mierda. me compré un Panasonic y se rompió. Lo llevé al servicio técnico y me dicen que no se puede arreglar. LLamo todos los días para quejarme y nada... nada. Me compré un teléfono Panasonic y me duró cuatro días. Éso.
- Yo tengo que comprar un teléfono también.
- Ese que tenés anda. y está desde que nos casamos
- Hace 7 años. si. es un Panasonic también. Salio $200 y hoy sale lo mismo.
- 7 años ya?
- $ 200. Si mirá, ya nos estaríamos separando de nuevo. Por la comezón del séptimo años digo, que nos agarró a los dos
- el 28 de Septiembré del 2002 claro... 7 años
- te escucho bajo...
- hola, me oís?
- si. Le regalé a Filippo la campera que me compré con la plata que me dieron por la alianza.
- la vendiste ahora?
- no. Hace dos años ponele. Dice París en la espalda y tiene a la torre Eiffel en un costadito...
- si, la vi..
- a la torre Eiffel?
- no. a la campera me parece
- no puede ser
- si. yo la vi.
- No la estrené todavía.
- ....
- hola. me oís?
- .... si. Es éste teléfono de mierda... Hola me oís?
- ahitá .
- bueno, cómo hacemos para que Filippo recuerde a su papá?
- a quién?
- a mi nena
- siempre te recuerda
- ....
- en serio te digo, siempre te recuerda.
- ...
- Me escuchás?
- sisi. Pará que tengo una llamada.
- Sisi. Claro. Hablamos después. Chau.




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lunes, 13 de julio de 2009

Yo nosé al final qué. Sabés que pasa? Lo que te decía. estoy acá adentro de este cuadro con las manitos asi viste. Y resulta que tengo la sensación de estar haciendo y voy y dale. dale qué va. y que viene. no soy yo. es lo que está por fuera de este cuadro lo que se mueve y yo

miércoles, 8 de julio de 2009

Al final Michael luchó toda su vida por ser blanco. ese pasito como caminando para atrás es una de las pocas preguntas que últimamente me acechan.

sábado, 4 de julio de 2009

2X1 peso.

De chica soñaba con ser kiosquera. Ni astronauta ni princesa. Tal vez un poco odalisca y encargarme de hacer todo tipo de letreros que veía en la calle era otra posibilidad. Igual, fundamentalmente y de vocación: Kiosquera. Entonces convertí un cajón gigante del ropero de mi pieza en Mi Gran Store. Y guardaba. Guardaba todo caramelo, chicle, chupetín que me regalasen. Tiritas de Fizz, Bubblisious con un gusto inigualable, chupetones y chicles Jirafa. Y guardaba y guardaba. Ese paquetito con 4 chupetincitos bañados en azucar eran un check point. Y de los cuatro, el sabor del rojo era el más esperado. A los chocolates siempre les guarde cierta desconfianza. No eran aliados los chocolates. Para nada. No. Los descubrí en la vejez y debo confesar que sólo el blanco será mi eterno confidente. Soné racista. Sigo. Y el hecho es que de pronto deje de guardar. Resulta que vendí todo y quede como en pausa.



¿Qué guardaría hoy?
Un cuarto de helado de frutilla al agua y dulce de leche para el domingo a la noche.
Definitivamente tengo que comprar burletes. Anoche durmiendo me cague de frío.
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jueves, 2 de julio de 2009

Auriculares rotos

Hoy vino un vampiro a visitarme y yo, aún sin ajos ni crucifijos ahí paradita y de perfil... nomequisomorder. Qué pena. Supongo que me tengo que cambiar los aros. Debe ser éso. Y abrir el pote de dulce de Leche Chimbote de cartón que se agrumó. Un desperdicio. Pero qué rico ché. Qué rico desperdicio.


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lunes, 29 de junio de 2009

29 mamushcas

Hoy es 29 y tengo guardado un billete de 5 australes que me dio mi abuela. lo voy a poner abajo del plato. después voy a comer. tengo que empezar a masticar más despacio. todavía. si. y a tolerar el vacío del hambre. éso. dicen que toda la cuestión del hambre dura 20 minutos y después listo. se te pasa. o te acostumbras ¿Como en el amor? si. como. en el amor. sería bueno que empiece a masticar más despacio. ya lo dije ¿no? El punto es que nose que es peor: si que a uno se le pase el hambre o acostumbrarse al malestar del vacío exacerbado y encima después estar más flaco y creerse sanito. o solo y feliz. te das cuenta? faltan dos días para el aguinaldo. Bienvenido el resto. Al fin! Y De golpe me alegre ¿Qué más quiero? Cierto. Un par de botas nuevas. Color caramelo.
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Asi como si importase saber, ché.

Hoy me levante. Abrí la ventana. Aire puro. Con esto te alcanza para todo el día pensé. Eran las doce y la sopita knorr de espárragos (se sirven en la mesa), se cagaba de risa de mi hambre. Me falta tela nena. Sabés que? Mañana a las once de la mañana voy a cruzar la avenida 9 de Julio. Si. Cueste lo que cueste. La independencia no puede ser peor que esto. Es un hecho. Lo tengo decidido.
Así como si uno pudiese tener una intención en aquello que decide, no?
No.
No decide quien no tiene una intención.
No.
Aquello que no se decide pierde la intención.
....
No.
La aumenta.
Pude ser...
A ver
Sólo al decidir renace (tal vez) la intención.
Ahora si
Perfecto
Por éso
A dormir Mona.
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