viernes, 24 de septiembre de 2010

Repetir

Si,/sé bien...

I

Si,
sé bien
que podemos hablar
de las saliencias del tiempo en la mejilla de los pobres,
del sol verde en cada esquina,
o de las planicies repletas de trigo en el recuerdo
de unas vacaciones que nunca tuvimos

O podemos simplemente
dar piel a la piel
como si el beso fuera
el último grito de un robo

(o, todavía,
en la sombra fugitiva de la mirada
descubrir el brazo totalitario de la ausencia).

II

Que banalidades habitan
nuestro horizonte de perro
nuestras ansias engañadas
por el filo del tiempo?

El sueño tiene el nombre de todas las aves
invisibles y muertas;
el día es demasiado corto para que la imaginación comprenda
el ardor de la cara


Entendé:
no hay nada –
apenas deambulaciones
buscando una cumbre inexistente.

III

Inclinate junto a mi
como el autobús que me llevó por la ciudad

Tropecemos en cadáveres fantasiosos
como quien contradice el semáforo de las manos
y pisa los fantasmas de olores futuros
tragados desde el día primordial.

Noche,
repleta de labirintos, puñetazos,
noche,
sacudiendo en mi cuerpo
el camino invisible del alba,
transformando los dedos en espejo
y la boca en crimen avergonzado.

(Que árbol nos seduce ahora?
en que definición cabemos?
hagamos amor
con todos los diccionarios.)

IV

Somos pasos de un rumbo ardiente,
alcoholismo inevitable trecho de nosotros mismos,


sexo pensado en la flor del ombligo,
ave rastrera y veloz
en la penumbra roja de una bocacalle

Heridas se abren y señalan la luz,
potros imaginarios corren en nuestra piel,
el dia es transparente y entero
y no hay gritos en esta mañana incierta pero
avasalladoramente eterna posada sobre tu vientre

Limamos los segundos a la tierra
nos empapamos
con verbos faciales dientes efímeros,
mordidas cómplices en el umbral del tiempo.

Confundo tu gemido
con la convicción de mi gesto

Entre una piel y otra
caben todas las filosofías.



David Erlich

viernes, 17 de septiembre de 2010

Un vodka y un adiós

Alma,

en esos ramos que construiste
te reís de la igualdad de los días.

¿existís todavía,
o la tarde te llevó el olor?

(¿con que manos se impide
la caída imperfecta?,
¿con que color se
apaga la locura?)

vení, olvidáte esa torre,
dejá que la memoria sea un juego.

matá esta ceniza que respira en la piel.



De David Erlich, en una carta cualquiera...

martes, 7 de septiembre de 2010

Anteojos

Es imposible limpiar a fondo estos cristales.
Hay una capa última de bruma que no cede.
Es un mínimo barniz,
una delgada cortina de niebla
que al trasluz se percibe claramente:
detenida en los cristales,
infunde a cada cosa que contemplo
un aura de reserva, un cerco de silencio,
una distancia indeclinable que resiste
la embestida del jabón, del agua, del aliento
y se ríe de la sed de la mirada.


De Santiago Kovadloff