viernes, 25 de septiembre de 2009

Picos Gemelos

Los comentarios anunciaban algo asi como la llegada de la mismísima piel de Judas encarnada en una nenita de apenas 6 años. De las gemelas Scally, la menor simulaba lo ingobernable encarnado. "Viene del Washington School con severos problemas de conducta, tendencia a la agresión físisca y, (por supuesto) un umbral muy bajo de tolerancia a la frustración" Recuerdo como si fuera hoy el día en que se abrieron las puertas del aula para verlas llegar. Me encontraba ubicada en el último banco, feliz. Hacía una semana que Mercedes venía faltando. Mercedes era casi un año menor que el resto. Se la pasaba envuelta en su bufanda llorando y sus lágrimas manchaban las hojas de mis cuadernos nuevos. Entre los esmeros y piruetas que por mi parte hacía para poder consolarla, siempre sus mocos quedaban en las mangas de mi guardapolvo. Por tal motivo su ausencia, despertaba en mi cierta tranquilidad que, sumada a mi fascinación por observar, volvían al aula de primer grado C un escenario colorido (en exceso decorado) y novedoso. Podría decirse que el aula de primero C estaba por demás, colmada de incertidumbre a mi entender.

Luego de una espera de quince días, la señorita Beba abrió las puertas y alli estaban ellas. Dos gotas de agua -Me dijeron que la menor aparte de las pecas, lleva dos lunares en el cachete izquierdo - esbozó temerosa la maestra. Ambas rubias, con el delantal exactamente almidonado y sujetado de la misma forma. De esos que se atan por detrás. Dos trenzas y los útiles en la mano derecha. - La de los lunares soy yo, respondió la menor de las Scally sonriendo. Fue lo primero que le escuché decir. Acto seguido, el banco de mi lado estaba y estaría ocupado hasta el día de hoy inclusive, por sus palabras.

- Me llamo Carola y vos?
- También.
- Carola o Carolina?
- Carola - en ésta parte ambas sonreímos.
- Toda la gente me pregunta si me llamo Carola o Carolina. desde que nací. No entienden que es un nombre más. Vos te llamás Carola sola? Inquirió patoteándome.
- Si. Y vos?
- Yo soy Carola Inés.

Al principio ella era Carola Inés y yo Carola. Los demás nos llamaban así para poder, en sus creencias, diferenciarnos. Lo cierto es que a nosotras nos bastaba el sonido de la voz de quien pronunciase nuestro nombre, para saber cual de las dos debía acudir al llamado.

Carola era alta, esbelta. Dotada de un pelo inigualable. Rubio y sedoso. Tenía ojos verdes amarillos. Su cara llena de pecas y una nariz repingada la volvían una exponenete irlandesa capaz de enamorar al mismísimo San Patrick. La inteligencia extrema y su capacidad de síntesis hacían de su soberbia y pedantería sus mejores atributos. Era canchera y le quedaba muy bien serlo. Parecía disfrutar de ser odiada popularmente y era llamativo porque nunca conocí a nadie de tan buen corazón. Adoraba los deportes. Brillaba en todas las materias. Tenía un impulso hacia el deber digno de aquellos exitosos. Dueña de una inercia imbatible y de un humor curiosamente infantil. Ella era algo así como El Zorro. Justiciera y mafiosa. Algo en ella despierta el recuerdo de mi ex marido. Cero obsecuente. Su color preferido era el rojo; color empalagoso, excesivo para mi gusto. Aunque a lo lejos admito que es por ella (y por los que vinieron después) que a ese color le guardo cierta simpatía entrañable (Recién ahora noto el color de mis letras sobre un fondo claro, amarillo) -En qué pensás autista?- me decía y tenía el don volver comedias mis dramas -La verdad que nunca pero nunca conocí a un ser tan pero tan vago como vos, calabaza -me burlaba con su cosa tierna light.

Aún recuerdo la primera vez que nos metimos al mar juntas -Agarrá la ola de abajo K! Así no vas a llegar nunca a la orilla! Repetía una y otra vez entre carcajadas y sal en la garganta.

Un mediodía estando en el boufet del Colegio, Carola no llegaba. En el mismo momento que empecé a preocuparme la vi aparecer con su campera azul inflable no reglamentaria y su pañuelo floreado en la mano derecha. Su nariz estaba roja mora. Había llorado y cuando Carola lloraba lo hacía en soledad. Por éso era mi amiga.

- qué pasó K?
- me hecharon del equipo de softball. Estoy afuera de los intercolegiales.
- ...
- todo por Florencia, la de quinto ésa.
- ...
- Ahora va a ver.

En ese instante abrió con sus dientes tres sobres de mayonesa (ella odiaba la mayonesa) e hizo que su porción de pizza rebalsase de salsa. Le agregó sal. Una montaña de sal y sin dudarlo se levanto y fue derechito a la mesa de las chicas de quinto grado. Apenas pude ver lo que siguió.

Cuenta la leyenda que Carola detuvo su marcha justo en el centro de la mesa y puso ese tonito inconfundible de voz: -Florencia? alcanzó a pronunciar y al instante la porción de pizza caía justo sobre la cara de la chica de quinto grado B, cual bofetada, dejando esparcidos los restos de mayonesa cual catarata desde sus pestañas, pasando por su nariz y pera para desembocar en el jumper azúl y terminar el recorrido en la punta de su canadiense derecho. Parece que la chica de quinto grado se enfureció un tanto más que el grito que pegó. Cuentan los testigos que levanto su puño izquierdo en forma refleja en dirección al rostro de Carola quien por su parte, experta en los artes marciales del Kung Fú desde pequeña, atajó el puñetazo en el aire con su propia mano y, sin dudarlo, mordió su muñeca -segun dicen- hasta hacerla sangrar. Recuerdo a las celadoras Mirta y Lili levantándo a Carola por debajo de sus hombros. Recuerdo su campera azul subida, sus trenzas deshechas y sus patitas revoleándose en el aire. El edificio del colegio quedó poblado de un silencio espeso, oscuro -la van a echar- murmuraban -siempre tuvo problemas- repetían una y otra vez los ecos en los pasillos. En los días siguientes, se convirtó en la Juana de Arco de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Tuvo que firmar seis veces según me dijo y soportar que el acto del día de San Martin, la Directora haga alusión al hecho, para explicarle en público que "no somos perros; que los seres humanos no mordemos". Carola por su parte, mantenía la mirada endeble mientras su acto silencioso al acatar, volvía absurda cualquier plegaria. Ella continuaba. Siempre. No solía volver atrás. Creo que sólo una vez la vi retroceder al cometer la infidencia de contarme uno de sus sueños.

Cuentan que cuando falleció su abuelo estando de veraneo, imploró para venir a visitarme. La ví bajar del auto y me entregue a la escena angustiada, sin saber cómo ayudarla pero apoyada firmemente en la certeza de poder. La puerta del auto se cerró y ahi vi de nuevo su nariz roja y su jardinero de blue jean. Levanto la vista y vi sus dientes junto con una sonrisa que me invitaba a proseguir y así fue: minutos después estábamos en el fondo de casa jugando con las bombitas de agua para luego dedicarnos a hacer sombras.

Es curioso, no recuerdo diálogos con ella. Si recuerdo que era vernos, encontrarnos y que todo quedease apartado. Era ella, yo, lo que iba sucediendo y esa sensación de que éramos invencibles.

Ayer quedamos en almorzar juntas. Ella se dedica a los Seguros de Retiro. Tuve que pasar por dos recepcionistas hasta encontrar la oficina 22. Pude escuchar su voz por detrás de la puerta que alternaba entre una charla con uno de sus hijos y su jefe a la vez. Permanecí del lado de afuera cuando la tercer recepcionista apareció en escena para invitarme a esperarla y a leer unas revistas inentendibles acerca de pólizas y ARTs.

- Venis a buscar a Carola, no?
- Si
- Me aviso que la iban a venir a buscar para salir almorzar
- ...
- Ya le aviso que estás. Tomá asiento
- ...
- Carolina es tu nombre, verdad?




Y sonreí.


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viernes, 11 de septiembre de 2009

Adelita

Desde chica el animismo colmaba gran parte de su tiempo. Qué sentirán las rocas al ser golpeadas por el mar? ¿Cómo harán para tolerar el frío? Y las hamacas? qué mareo. El tobogán no la debe pasar mucho mejor. Y así iba. Un futuro imposible la dejaba arrinconada en un presente absurdo. Solía decir que si alguien quería hacerle un buen regalo, con un par de guantes le era más que suficiente. Nada la alegraba más que la música de los picapiedras, y si por algún motivo absurdo él no venía los jueves a jugar a la pelota, ella era capaz de perder todos los gestos de su cara. La timidez la consumía hasta que poco a poco ambas pactaron una tregua. Durante un tiempo la verborrágia y el consumismo social la dejaron sin un afuera, aturdida, algo así como esos cuadros neo yuppies donde todo se sabe, donde todo se ve. Había perdido las dimensiones y claro, era feliz. Dicen por ahí que compartir un taxi con ella es algo así como viajar a una aldea de enanos. Comentan los que saben -y aseveran- que al bajar del taxi, despedirte de ella y dar una vuelta manzana, tras la vuelta de sus palabras los enanos caen del cielo, asoman sus narices por detrás los árboles y espían curiosos, con las orejas anudadas desde los lugares más inusitados.

Y es que resulta que sus palabras, sus gestos son -cómodecirlo- atemporales. éso. digeribles, diría.Tienen vida propia. Supongo que es bruja. o hechicera. algo así. Lo bueno es que no da miedo. Coinciden -los que la conocieron- que cuenta con una dulzura opaca. Pareciera que a ella hay que revolverla hasta que endulce y hasta ahí. lo justo. sino la tipa se anula y zácate! otra vez sin el afuera, se mete adentro y hasta la próxima vez... porque ella va y viene notaste? Resulta que jura vivir con una perra capaz de apagar la llave de gas si la estufa le da calor en demasía. No a ella -aclaro- a la perra. por éso. Jura además que la misma perra alucina: ¨vé fantasmas¨ dice, con total desparpajo. Aún asi - insiste- supera el ahogo y claro, ladra. Ayer hozó decir que Policastro era un borracho y mientras te habla grita: ¨¡no escucho!¨


A veces, cuando repito para mis adentros que todo pasa, cuando araño algo de optimismo light y confundo a la esperanza con la resignación más patética, a veces decía, cuando veo una hoja en blanco, sin esperar nada, su nombre se dibuja y justo ahí, tras sus letras, recuerdo que lo inolvidable existe, sin dudas. Recuerdo que lo inolvidable existe y que lleva todos y cada uno de sus gestos.

Ahora dice que va a hacer retapizar los sillones. Cada uno a doscientos pesos porque claro, según ella ¨está harta de vivir así¨. Después le pregunta a su perra acerca de lo que vé y sin saber porqué jura que su perra es paraguaya porque -explica- mea arriba de la cama. Se queja de sus pies y cuando los ve sobreirritados, le dispara la culpa a sus zapatos. Estas botas son lo único que tengo -rezonga religiosa- mientras su caderas parecen exigirle deudas que paga una y otra vez con sus pasos de tortuga.

Por mi parte, la contemplo feliz. Sospecho que cuando se gane el loto, va a hacer que su guitarra cante otra vez al ritmo de... al ritmo de su voz.

Feliz día, maestra
Atentamente

Lulú

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jueves, 3 de septiembre de 2009

Manitos entrelazadas

Levanto un pie, lo estiro. lo bajo. el empeine, pienso. qué músculo tan... interesante. abductores y cuellos rígidos. últimamente no me molesta para nada no ir saltando baldosas. el tema es el colectivo, nena. en realidad hasta que lo veo venir para ser mas exacta. va lleno sabés? va lleno. Y resulta que camino tres cuadras y voy para adelante como mirando hacia atrás. subo al bondi y esas sensaciones se agotan en su intento fallido de mutar en palabras. palabras. imágenes. imágenes deshilvanadas. el problema es que son imágenes pasadas, sabés? Qué decís? que no se nota? nosé. sigo. te decía... y el mentón se vuelve rígido y la mandíbula no suelta compresión. las encías tensas, parecen pavimentar un sin fin de dientes blandos. el ceño se frunce y los ojos... los ojos cada vez más rasgados. esta crema está buenísima, pienso. vale la pena. la cara se ablanda. por éso. Y entonces cómo fue que... y ahí dale. plaf. no me excita ni un poco gastar en cremas. y ahí empiezo. mirá sino, ahí están: palabras. miles. palabras que caen. abortos espontáneos de palabras sin sentido. jazz. el sin sentido despedaza. se vuelve adictivo el sinsentido. aturde sabés? adormece sueños de noctámbulos. sin embargo aquel día él se rió viste? si. ya sé. lo notaste. resulta que dijo que yo era su lucerito sin vela. yo lo oí. o lo escuche. qué mal le quedaban esos pantalones azules con esas zapatillas neo cumbia pop. new balance. sabés que? si pudiese elegir de nuevo, esta vez le pediría unos rocklets. otra vez? y a que vas con ésto vos, nena? eh? no te oigo. Te das cuenta? oiga! las palabras son idiotas. éso resulta. son macabras. enamoran, las palabras. lo que hay detrás de ellas no puede ser peor. intuyo la posibilidad del error. si, lo que hay detrás de estas letras que empalagan, que pavimentan, no puede ser peor. definitivamente. un error. sí. un error. y cómo alivia, el error. Te das cuenta? es el momento de tocar el timbre. ese timbre de ese bondi diario. ese timbre que no suena ¡y qué nervios dá que no deje de no sonar! Enfurezco. por el timbre, claro. por el timbre del bondi que aprieto y que no suena. y aturde. mucho. el timbre. ¡y yo nosé si el señor que maneja... habráescuchado?! seguro que sí. Y todos los días a la misma hora la misma pregunta. Decí que de aturdida nomás claro, despierto. Y entonces resulta que por ese timbre y ese señor que maneja, amanezco justo ahí mirá: en el umbral de las puertas del bondi que amenazan. amenazan con libertad. con bienestar. con alegría, arcoiris y pompas de jabón. con todo eso amenazan. pero qué religiosa. si. y sabés que pienso? pienso que justo ahí, antes de bajar, tal vez sea la culpa ante el paraíso que se impone tras las puertas lo que hace que gire la cabeza y le dirija unas miradas al infierno que estoy a un paso de dejar atrás (porque ojo eh! no vaya a ser cosa que dejemos algo por delante) Y entonces ahí sucede. ahí aparecen: los ceños fruncidos, las madíbulas rígidas, los dientes blandos. paquetes hechos cuerpo detenidos. detenidos en un pasado. pasado de manitos entrelazadas. pasado que tiñe de cera el rostro de todos los personajes del 29. entonces bajo. prendo un cigarrillo y siento que respiro al pitar. sonó raro. justo ahí a mitad de cuadra el perfume que usaba papá en el cuarto estante. ya lo conté. y resulta que otra vez a ver... esa pulsera de plata a mamá le encantaría. por éso, tal vez para algún cumpleaños o navidad... pero nosé. qué te decía? cierto, éso. éso de las palabras. las palabras que no delimitan. que no respiran. lo notaste alguna vez? si. seguro. seguro varias. las palabras que inhalan y exhalan sensaciones. las convierten en humo y ya los ojos... ya los ojos queman, a veces. y lo que no entiendo es cómo hacía para que esos pantalones azules le queden tan... tan bien, sabés?

Sabés que?
La próxima vez le voy a pedir un bagley blanco.

Y un llavero.
Cualquiera.

Cualquiera menos de pelush.


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